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Patrimonio

By: arquitecto segovia | 21 May 2016

Los grandes sabios de la historia de la humanidad, personajes como los filósofos griegos o hasta iluminados como Buda o Jesucristo, eran de familias con recursos. Sólo de esta manera las jóvenes promesas pudieron dedicarse a aprender y a reflexionar. Es triste, y algo que tenemos que cambiar: Ya existen los medios tecnológicos para que todos nosotros tengamos esos recursos, pero a día de hoy es un hecho que aquella persona que tiene que entregar su vida para conseguir un mendrugo de pan que llevarse a la boca no puede pararse a reflexionar sobre el mundo. La misma idea es planteada en la famosa pirámide de Maslow.

El patrimonio viene ligado de un modo parecido a la riqueza económica, al dinero. Solamente aquellas sociedades que cuentan con medios pueden afrontar la construcción de grandes edificios e infraestructuras. Sin medios no se puede asumir la construcción de un castillo, de una catedral, de un monasterio o de un estadio olímpico. Aquellos que no tenían esos “medios económicos” podían construir arquitecturas nómadas interesantísimas, quizá más interesantes… pero no edificaciones destinadas a perdurar en el tiempo, no patrimonio.

Por la razón que sea, que ahora no viene al caso, lo que hoy conocemos por España fue, entre los siglos XV, XVI y XVII, una de las potencias más prósperas económicamente del mundo. Las personas de aquel imperio, “en el que no se ponía el sol”, contaron con muchos medios en sus vidas.

Fruto de aquellas bonanzas tuvimos en esta tierra nuestros sabios y nuestro patrimonio. ¿Hay algo más importante en lo que gastar el dinero que en conocimiento y en calidad de vida? Hablo de los sabios en pasado porque ninguno ha vivido tanto tiempo, pero tristemente también tengo que hablar del patrimonio en pasado. No podría hacerlo de otra manera, porque ya hemos perdido una cantidad importante del mismo.  En el casco amurallado de Segovia, por poner un ejemplo que tengo cercano, se acumula una gran cantidad de patrimonio en estado de abandono (abandono directo en muchos casos y abandono latente por haber sido rehabilitado sin conocimiento ni conciencia ni materiales apropiados en otros tantos). Palacios, iglesias, necrópolis, murallas y edificaciones centenarias de todo tipo tienen cada vez menos futuro debido a nuestra forma de intervenir en ellas. Hablamos en muchos casos de edificios que se han mantenido durante siglos sin apenas rehabilitaciones pero que, después de una intervención realizada en pleno siglo XX, ahora cada vez demandan rehabilitaciones con mayor rapidez.

¿Por qué perdemos el patrimonio? ¿Por qué edificios que han durado siglos empiezan a deteriorarse tan rápido y todos a la vez?…

1 Porque el mundo ha cambiado. Ahora vivimos en un mundo industrial, y un mundo industrial tiene sus propias formas de actuar. En un mundo industrial:
· se construye y rehabilita mediante la industria, no mediante la tradición,
· se percibe lo nuevo y recién salido de la fábrica como lo maravilloso, y lo que tiene eficacia probada por siglos, como algo que tiene que ser metido en la cadena de producción para convertirse en maravilloso,
· el futuro mola, el pasado no le importa a nadie… La rehabilitación, por tanto, no es vistosa, y pocos dan un duro por ella aunque su deterioro suponga destruir las bases de la antes mencionada pirámide de Maslow,
· las mismas administraciones públicas, aun inmersas en la llamada “crisis económica”, más se dedican a costosas, enormes y absurdas construcciones que a sencillas y urgentes restauraciones.

2 Porque, en muchos casos, ni siquiera interesa conservarlo:
· para los llamados poderes fácticos… un pasado destruido es una oportunidad más para manipular a las masas: “cuantos menos lugares tengan las mentes en los que sujetarse, mejor”. Además, ¿de dónde iban a sacar el poder si las personas construyen sus casas con lo que les rodea y no con el recurso que ellos nos traen del quinto pino?,
· las grandes corporaciones viven del mundo de la industria, no del conocimiento del pasado,
· nuestros “gestores”, si van a porcentaje (como sucede tanto legal como ilegalmente), ¿van a querer llevarse un porcentaje de los gastos en barro, paja, cal y madera? ¿van a querer gastar mucho más dinero en obras que resuelvan muy poco? ¿Preferirán respetar y arreglar lo que hay o urbanizar más y más? De este modo aprovechan también para ganar con nuevos impuestos de diversos tipos: obra nueva, gasolina, matriculación, ibi…-,
· una administración en crecimiento perpetuo genera cada vez más y más condicionamientos a la hora de rehabilitar un inmueble, condicionamientos que en algunos casos son positivos por proteger pero que en ningún caso fueron necesarios cuando el mismo patrimonio se estaba creando y que, de hecho, impiden en muchos casos la creación de nuevo patrimonio (el 90% de lo que se construye a día de hoy es simplemente feo). Los condicionamientos son simplemente absurdos si las personas están mentalmente sanas,
· para el promotor de la obra, descubrir restos arqueológicos en una obra constituye una seria amenaza a la viabilidad económica del proyecto,
· el constructor frecuentemente ni sabe cómo se construía hace 100 años ni entiende los beneficios de no trabajar con cemento,
· el arquitecto participa contento en la última moda: fue anulado al convertirle en un ególatra…
· para el ciudadano, los centros de las ciudades son caros y con demasiados impuestos… no le queda otra salida que vivir en barrios creados por y para la especulación (donde las hipotecas de las casas son más duraderas que las propias casas, ¡qué contrasentido!) y colapsar con sus coches el centro de las ciudades cuando va a trabajar y a divertirse.

Y cuando la administración consigue definitivamente detener la economía, como de hecho ha conseguido… ¿qué se hace? Pues rehabilitar no por propio impulso económico, sino por ayudas lanzadas por alguna súper administración que pretende lavar su cara -y quizá su conciencia- frente al gigantesco despropósito del que se rodean. Es decir, cuando ya no hay economía, entonces vivimos directamente del pienso que los mozos echan en el comedero.

Un buen ejemplo de este deterioro del patrimonio a gran escala es aquel ligado a la mesta; del que hoy yo no voy a hablar más, porque el mismo desconocimiento que hay sobre el tema le da un gran valor como ejemplo. Quizá en algún otro post lo plantee.

Si queremos conservar edificios anteriores a nuestro “mundo industrial” tenemos que rehabilitarlos del modo en que fueron construidos: con los mismos materiales, los mismos procesos, los mismos oficios y hasta muchas de las mismas circunstancias… haciendo de todo ello parte de nuestra vida y de nuestra cultura. De otro modo, los materiales y las soluciones, al “hablar diferentes idiomas”, no se entenderán. Es decir que, o bien aprendemos a tratar el patrimonio conforme a su propia naturaleza, o bien éste tendrá que enfrentarse inevitablemente al derrumbe o, como mucho, a la mera apariencia de antiguo (modelo “parque temático”). Evidentemente se puede construir arquitectura supermoderna: Todo se puede hacer, incluso hacer ampliaciones supermodernas a edificios antiguos, pero tiene que hacerse bien, y eso implica conocer y tomar buenas decisiones. En otras palabras: o damos un paso más e integramos el pasado en nuestro mundo “supermoderno” (podríamos hablar de una era postindustrial), o empezamos a olvidarnos del patrimonio y de la posibilidad de recordar el pasado. Puede sonar duro, pero tampoco es algo tan nuevo; hasta la Biblia dice que “no quedará piedra sobre piedra”.

Lo bueno de la construcción tradicional:
· se ha comprobado que funciona desde hace milenios,
· es mucho más económico, mucho más ecológico y hasta más pacífico construir según los estándares tradicionales que según los modernos: con los viejos  todos tienen sus medios de supervivencia, independientemente de puntos de interés geoestratégicos a escala internacional,
· hasta se podría generar la necesidad de plantar árboles de cara a la construcción… Convertiríamos el árido paisaje castellano en un gran bosque.

Sólo analizando la forma en que nos estamos enfrentando a todos estos problemas en medio de una enorme “crisis” (medioambioental, económica, política, social, de seguridad, de valores…) que no conseguimos superar… sólo así podremos preguntarnos ¿por qué no conseguimos superar la “crisis”? Resulta evidente que no podemos seguir pensando, seguir consumiendo, seguir cultivando, seguir entreteniéndonos, seguir curando, seguir construyendo… seguir viviendo de la misma manera.

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José Antonio Santos Pérez 🙂

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